Isa, el protagonista de esta historia, es un muchacho blanco abandonado en la selva africana (compartiendo un origen muy similar al de Tarzán o al de Mowgli, el personaje principal de El Libro de la selva). Un guerrero de la tribu swazi lo encuentra y, junto a su mujer, lo cría como a un hijo propio. Al llegar a la adolescencia, debe enfrentarse a la prueba por la que pasan todos los jóvenes de la tribu: sobrevivir en la selva mientras los demás van de caza tras él. Pero el color de su piel hace que no caiga bien a todos los swazi y algunos, como Mesei, el hijo del jefe, quieren verlo muerto.
Huyendo de los suyos, Isa es recogido por un bosquimano, que le cuidará y le enseñará a tirar con arco, pese a que forma parte de una tribu enemiga. Buscando su lugar en el mundo, pasará un tiempo con los hombres blancos, aunque nuevamente comprenderá que tampoco es bien visto por todos.
Orzowei nos habla de una serie de temas tremendamente actuales como la integración, el racismo (en los dos sentidos, tanto de los blancos hacia los negros, como de los negros hacia los blancos), la desconfianza ante los que son diferentes, la superación personal y el duro proceso de convertirse en un hombre. Una novela que nos enseña que en todo colectivo siempre hay gente decente y noble, que mira más allá de las apariencias externas, y que se fija en el corazón y las acciones de una persona.
Una historia muy humana, llena de acción y aventuras, por la que apenas ha pasado el tiempo. Si quieres oír el tamtam de los tambores resonando en la selva, en medio de la noche, adéntrate entre sus páginas. La experiencia vale la pena.
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